¡Viva la injusticia!
Ha sido La Semana de la Injusticia. Primero, el Arsenal, con su derrota ante el Liverpool en la Champions; segundo, más dolorosa para los españoles, la derrota del Getafe ante el Bayern en la Copa de la UEFA.
¡Viva la injusticia! Es lo que define al fútbol, lo que distingue a este deporte de todos los demás y lo que hace que mueva más masas, más sentimientos, que el resto. Al final de uno de cada dos partidos, siempre hay un grupo apreciable de gente -entre los aficionados, los periodistas, los ex jugadores que salen en la radio y la tele- que opina, indignado, que el resultado fue inmerecido. Esto no ocurre en el tenis o en el golf, en los que cada jugador es responsable de su destino. En el baloncesto, el ganador no se suele discutir. Tampoco en el rugby. Y en las carreras de coches y motos, si el aparato falla por un defecto técnico, pues es que el equipo falló. No fue culpa del azar.
Todos los demás deportes son, en este aspecto, bastante matemáticos. Pero en el fútbol el factor irracional tiene un peso decisivo. Y el factor irracional es el factor humano. Es la constante que sufrimos todos, en mayor o menor medida, a lo largo de todas nuestras inciertas vidas, culminando con la madre de todos los absurdos, la muerte. Nos identificamos con el fútbol porque ofrece un triste y a la vez exuberante reflejo de la condición humana.
Y aquí acaba la lección de filosofía. Yendo al grano, media España comparte el dolor de la épica y fracasada gesta del Getafe, pero ¿por qué fue injusta la derrota del Arsenal? Muchos españoles no lo habrán entendido así, cegados como estaban por el chovinismo que inspira el llamado Spanish Liverpool. Tan cegados que aquí todos celebraron el gol del Kid Torres como el gran golazo del partido cuando está clarísimo que el segundo gol del Arsenal, el maradoniano que se inventó el suplente inglés Walcott, es el que realmente pasará a la historia.
Fue injusta la caída del Arsenal en Anfield por el motivo que tantas derrotas en el fútbol son injustas: porque hay un ser humano en cada partido al que se le exige que ejerza un poder absoluto, tirano sobre el resultado. Es decir, el árbitro.
En el primer partido, en el Emirates Stadium, el árbitro no pitó un penalti como una casa a favor del Arsenal; en el segundo, otro árbitro sí pito uno dudoso en su contra. El partidazo de Anfield ha generado ríos de sesudo análisis, pero con estos dos datos se resume todo. Si los árbitros hubieran sido dioses infalibles, los sesudos análisis -que al Arsenal le faltó disciplina defensiva; que su entrenador, Arsène Wenger, se equivocó al no fichar a un par de cracks...- habrían sido totalmente diferentes.
Por otro lado, hay una injusticia mayor. Que el Arsenal, sobre los dos partidos, jugó un fútbol mucho más fresco, técnico, y vivaz que el Liverpool, como ha hecho a lo largo de toda la temporada. El Liverpool es un equipo que, al viejo estilo inglés, es incapaz de hilvanar más de tres pases seguidos. El Arsenal nos regala un recital de pases.
Y, por más orgullosos que estemos en España del hombre que toda Inglaterra ya conoce como Rafa, la verdad es que el entrenador del Liverpool es un italiano llamado Benítez, un mecánico cuyo juego se basa en programar a nueve jugadores para defenderse y tener a un goleador arriba, en este caso el héroe de Anfield, Torres. Wenger es un director de orquesta con pasión por las grandes sinfonías. Pero el amor al arte no es suficiente en el fútbol para triunfar. Sin la fortuna a favor, nadie se salva.
JOHNCARLIN, Publicado en El País el 13/04/2008
3 comentarios:
Si es cierto que en España hay fervor por el Liverpool (como en medio mundo, por otro lado) pero no estoy en absoluto de acuerdo con Carlin. Para empezar, si Carlin acusa a muchos de liverpoolistas el peca de arsenalista. Es decir, su texto es tan lógico como imparcial. Es falso que el Arsenal jugara mejor que el Liverpool en el partido de vuelta. No más allá de los veinte primeros minutos. ¿Qué paso tras el gol de Hyppia? Mereció más el Liverpool hasta que Walcott se lo dejó en bandeja para empatar. Hasta entonces, estaba más cerca, mucho más, el 3-1 que el 2-2 y prueba de ello es que el gol de Adebayor llega a la contra, el colmo de lo ofensivo por parte del Liverpool.
Es cierto que Benítez es defensivo, pero no que lo fue contra el Arsenal. El Liverpool fue fiel a sí mismo y a su historia y por eso pasó. Porque el gol de Adebayor hizo justicia a 20 minutos de fútbol arte, no de un partido entero.
Un abrazo.
Una de las particularidades (y atractivos) que posee el fútbol es que justamente en casos puntuales "no siempre el que gana es el mejor", aunque a la larga sí lo haga; es el trecho injusto en el camino de lo justo.
Bueno, ya se sabe que los ingleses siempre tienen alguna dificultad de decir los nombres españoles, pero el futbol es así y a veces es injusto como lo de Getafe, pero el deporte es lo que tiene.
Saludos
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